lunes, 30 de mayo de 2016

EL PODER DE LA INTENCIÓN


Hoy, entre los cuentos que me susurra la vida, recordaba la historia de una dama amiga, que quiso encontrar en una montaña su paz, su silencio, y una luz que la guiara desde dentro, porque pensaba, que el vacío y la soledad que traía, lo llenaba todo de ruidos, nieblas y desaliento.

Preparó con esmero, un equipaje ligero de “iras”, y unas cuantas bolsas livianas en “miedos” y justo ahí, sin saberlo,
 ¡Estaba dando a luz su deseo!.

Y entonces, justo antes de partir, me dijo:

En la bolsa de mano, llevo conmigo, otro anhelo: 

“Escríbeme en este papel también tu deseo, y por tí, lo pediré al cielo”

Y sabéis…   ¿Qué me invadió como un fuego?

El gran poder de la intención.  De la suya, y de la mía.

- ¿Sabes qué deseo?  le escribí en aquel papel, que guardó sin mirar, en un pañuelo.

 “Que allá donde vayas a pedirle al cielo, siempre encuentres tus anhelos, ligera de “iras”, y liviana de “miedos”  

Con este papel, te regalo mi deseo.

¿Y sabéis que ocurrió?

... que allá en la montaña, cuando lo entendió, brotaron en lágrimas...

... su paz, su silencio…

… y un infinito amor.

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Hay un motor que mueve el mundo, y es el gran poder de la intención. Ese maravilloso deleite que  nos enseña la naturaleza, cuando encendemos motores internos a fuego, por algo o por alguien. 

Y esa maravillosa misiva imparable, que prende una larga cadena de favores con lazos terapéuticos entre los que dan y los que la reciben. 

Este fin de semana desde una asociación que se deja el alma por la integración de personas con capacidades diferentes, movilizó un elenco de más de 50 personas de distintas edades, condiciones, profesiones y capacidades, en una superproducción que dejó sin palabras al municipio de las Rozas, con tres funciones magistrales en el teatro Pérez de la Riva.
Demostrando desde la humildad, la entereza, el trabajo de equipo, el coraje y una excelente y ejemplar gestión emocional de grupo, que cuando una causa lo merece, las personas pueden mover montañas, para enseñar a muchos, el gran legado del ser humano. Ese que habla entre bastidores, de que la verdadera esencia de la felicidad no se ve con los ojos, porque sólo la encuentra uno, dando, más que recibiendo. Y cuando uno se da al servicio de un proyecto y de un grupo, de forma tan entregada, y tan comprometida, vienen de vuelta, como demostraron tres auditorios alzados y aclamando, grandes dosis de compasión, de generosidad, de afecto y de profunda ternura que se dejaba brotar y sentir, con risas, carcajadas y lágrimas, entre los que atónitos en sus butacas, se dejaban vivir la experiencia, y aprender de la pericia.


Dedicado a todos mis amigos de ACTU
que me enseñaron que la verdadera discapacidad humana, 
es no ver las capacidades.
Un placer haber compartido este tiempo, 
esta maravillosa adaptación de Robín Hood
 y esta experiencia inolvidable,
 con todos y cada uno de vosotros. 


Almudena Varona
www.lavidacuentacuentos.com

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